REINA CARLOTA DE MEJICO (2024)

REINA CARLOTA DE MEJICO (1)El Rey Luis Felipe I de Orleans

La emperatriz de Mexico Carlota Amelia . este retrato es muy hermoso, se encuentra en la que fue su habitacion del castillo de chapultepec en la ciudad de MexicohttpREINA CARLOTA DE MEJICO (2)

Leopoldo I rey de Belgica

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La reina Luisa llevaba a Carlota con frecuencia a visitar a sus abuelos, el rey Luis Felipe y la reina María Amalia, al palacio de las Tullerías en París. La pequeña acostumbraba a arrojarse en brazos de su abuelo y cortar flores en los jardines del palacio. Desde muy pequeña, Carlota estuvo estrechamente unida a su abuela. En 1848, cuando Carlota tenía ocho años, el rey Luis Felipe fue derrocado del trono francés y se vio obligado a huir de París. Carlota compartió la pena de su madre de ver a sus abuelos viviendo exiliados en Inglaterra. El rey Luis Felipe escribió: "Que más podía haber hecho sino abdicar, cuando ni una mano de aquellos que me apoyaron en el pasado se levantó en mi defensa". Carlota no estaba de acuerdo con la idea de la abdicación; su padre le había inculcado un gran sentido del deber. Luis Felipe murió en Inglaterra en 1850 y su nieta estaba convencida de que había muerto por no poder soportar la humillación del exilio. La reina Luisa no pudo sobrellevar la muerte de su padre y murió el 10 de octubre de aquel mismo año, cuando Carlota tenía sólo diez años.

La Reina Maria Amelia abuela de Carlota y Mujer de Luis Felipe de Orleans Rey de los Franceses.REINA CARLOTA DE MEJICO (4)

Después del funeral de su madre Carlota escribió a su abuela María Amalia para consolarla: "Estamos muy agradecidos de que hayas estado con nosotros compartiendo nuestra pena: Pero Leaken es un lugar muy solitario ahora que te has ido. Ha sido una pena terrible para ti pero trataré de ser muy buena para reconfortarte lo más que pueda por todo lo que has perdido".
El rey Leopoldo estaba inconsolable y sólo encontró consuelo en su hija. Carlota trató por todos los medios de tomar el lugar de su madre pero era demasiado para una niña de su edad. Su carácter cambió y de ser una niña afectuosa y alegre pasó a ser seria e introspectiva, que gustaba de leer a Plutarco y otros filósofos y prefería la música de Bach y sabía de memoria los nombres y fechas de los reyes de Inglaterra.

En su lecho de muerte, la reina Luisa ha confiado su hija a la condesa de Hulst, su amiga de infancia e íntima de los Orléans. La condesa tiene un gran sentido del deber y desea inculcárselo a su pupila. Ella se encarga de escoger el entorno de Carlota, que pese a su corta edad ya tiene su propia casa, con mayordoma y damas de honor. Sus profesores le enseñan latín, matemáticas, geografía, historia, literatura, dicción y el arte de la oratoria. Practica asiduamente la equitación y la natación. Todos los que la rodean están impresionados por su inteligencia.

Para aprovechar al máximo la compañía de su padre, Carlota, asiste con él a ceremonias oficiales. Consciente de que ocupa el lugar de su madre, preside obras de caridad y visita instituciones. Se convierte en una pequeña reina.

De sus 2 hermanos, Carlota prefiere con mucho al menor, Felipe, el conde de Flandes, siempre alegre, afable y simpático. Con el mayor, Leopoldo, duque de Bramante y heredero del trono, comparte la ambición, una sorprendente inteligencia, el orgullo, pero no le gustan sus sarcasmos y su cinismo.Al igual que Carlota, Leopoldo está tan replegado en sí mismo que durante mucho tiempo se creyó que era retrasado. Apenas aflora su talento, el rey, su padre, decide casar a este adolescente y escoge para él a la archiduquesa María Enriqueta de Austria.

Al principio, Carlota dispensa una buena acogida a su cuñada, pero muy pronto empieza a criticarla y ya no deja de hacerlo. ¿Qué le provoca esta actitud? Los celos no pueden ser la causa, ya que María Enriqueta dista mucho de ser guapa, mientras que Carlota deslumbra por su belleza. Pese a su juventud, ya es una gran dama. Su padre, que siempre se ha sentido muy orgulloso de ella, descubre que su hija se ha convertido en mujer y la declara la princesa más bella de Europa, lo que según el código real significa que está preparada para el matrimonio.

a fines de mayo de 1856 desembarca en Ostende Maximiliano de Habsburgo, archiduque de Austria, hermano del emperador reinante, Francisco José. Ha llevado a cabo una misión especial en la corte de Napoleón III, quien le ha recomendado que regrese por Bélgica, tanto por deferencia hacia el rey Leopoldo I como para ver a Carlota.

Al verlo, Carlota se ha sentido seducida por el joven austriaco fino y delicado, un rubio alto de ojos azules y mirada franca

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Antes de que Carlota cumpliera dieciséis años, surgieron dos aspirantes a su mano. El primero de ellos fue su primo el joven rey Pedro V de Portugal, hijo de la difunta reina de Portugal Maria da Gloria y de Fernando de Sajonia Coburgo, sobrino del rey Leopoldo. El joven monarca le pareció a Carlota algo insípido y lo rechazó a pesar de la insistencia de su prima la reina Victoria para que lo aceptara. El otro pretendiente fue el príncipe Jorge de Sajonia, de veinticuatro años, hermano menor del nuevo rey, pero tampoco fue del agrado de la joven princesa de Bélgica.

Le impresionó la cantidad de temas de los que el archiduque era capaz de platicar, sobre las mejoras que pensaba hacer a la armada naval austriaca a la cual pertenecía, sobre el puerto que deseaba construir en Trieste, sobre arte, sobre el mar, sobre botánica. La princesa estaba totalmente enamorada.
Maximiliano, por su lado, no estaba del todo convencido acerca de Carlota. Sin embargo al fín se decidió y cuando regresó a Austria, inició las negociaciones para pedir su mano.
Debido al gran interés que mostraba el rey Leopoldo por formalizar las relaciones entre su hija y el archiduque austriaco, éste comenzó a pensar que el interés del rey podía esconder alguna jugada política. Esto llegó a oídos del monarca quien escribió a Maximiliano asegurándole que su interés formalizar el noviazgo era puramente debido a la simpatía que Carlota sentía por él y no escondía ninguna razón política. Maximiliano respondió escribiéndole a Leopoldo pidiendo formalmente la mano de Carlota. La petición fue aceptada y el archiduque escribió a su novia: "La favorable respuesta de Su Majestad, vuestro augusto padre, me hace profundamente feliz. Me autoriza a dirigirme a Vuestra Alteza Real para expresarle los sentimientos más hondos, agradecidos y cordiales ... asegura la felicidad de mi vida... expreso mi gratitud a Vuestra Alteza Real ...vuestro Señora, el más rendido Maximiliano".

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Años antes Maximiliano habia habia conocido a una princesa portuguesa de nombre María Amalia de Braganza, ambos tenían planeado casarse pero ella enfermó de gravedad y murió antes de casarse en la isla de Madeira dónde pasó sus últimos años. Maximiliano quedó muy dolido por ésta pérdida y vivió enamorado de María Amalia llevando siempre consigo un anillo que contenía un rizo de la princesa fallecida que usó hasta el día de su muerte. Sin embargo al fín se decidió y cuando regresó a Austria, inició las negociaciones para pedir su mano.

El matrimonio fue puramente por interés económico, pues Maximiliano necesitaba desesperadamente el dinero para pagar las deudas de la construcción de un castillo en Trieste en la costa del Adriático

Leopoldo se negaba a dar a su hija ninguna otra dote, además de la herencia materna que ya había recibido y la fijada por el Parlamento, pero Maximiliano logró que el viejo rey fijara una dote con la condición de que no figurara en las capitulaciones matrimoniales.
Gracias al rey Leopoldo, el emperador de Austria, Francisco José, hermano de Maximiliano, nombró a éste Gobernador General del reino de Lombardía y Venecia, provincias italianas en poder de Austria. El 19 de abril de 1857 Maximiliano hizo su entrada en Milán para tomar posesión de su nuevo cargo.

El 27 de julio de 1857 se celebró la boda de la Princesa Carlota de Bélgica con el Archiduque Maximiliano de Austria. El matrimonio civil se llevó a cabo en el Salón Azul del Palacio Real de Bruselas. La novia apareció con un traje de seda blanco bordado en oro y un velo inmenso, obra de las encajeras de Bruselas, que caía en ondulados pliegues coronado con una diadema de azahares y diamantes. Iba del brazo de su padre, el Rey Leopoldo, quien iba enfundado en un uniforme de teniente general del Ejército Belga. Maximiliano iba vestido de almirante de la Armada Austriaca. La ceremonia oficial la ofició el Alcalde de Bruselas. Después se trasladaron a la Iglesia de Santa Gúdula, en donde el Obispo Cardenal Deschamps ofició la ceremonia religiosa. Asistieron as la boda, entre otros, la ex-reina Maria Amalia de Francia, abuela de Carlota, el príncipe Alberto, en representación de su esposa, la reina Victoria, y el archiduque Carlos Luis, hermano de Maximiliano. El archiduque entregó a su esposa veinte mil florines como regalo de boda.

Al día siguiente los nuevos esposos rezaron ante el sepulcro de la madre de Carlota, la Reina Luisa María. La archiduquesa estalló en sollozos. Desde que su madre murió había guardado siempre una serenidad inquebrantable, pero ahora, al lado de un hombre al que amaba, llena de esperanzas y de felicidad, dio rienda suelta sus sentimientos ante la tumba de la Reina. Maximiliano la condujo fuera dela capilla pero antes de salir, Carlota volvió la cara hacia el sepulcro y se arrodilló de nuevo.

Maximiliano y Carlota dejaron Bruselas y por vía fluvial a través del Danubio, llegaron a Viena en donde se presentaron a la archiduquesa Sofía, la madre de Maximiliano, quien los recibió en el puerto de Linz. La archiduquesa se mostró encantada de ver tan feliz a la joven pareja; consideró a Carlota como una muchacha inteligente digna de su hijo y le pareció que su figura radiante y saludable sería muy apropiada para la maternidad. Carlota escribió a su querida Condesa d'Hulst, su antigua gobernanta y amiga de su madre: "La querida Archiduquesa me trata ya como a su propia hija".

La corte de Viena estaba de luto debido a la reciente muerte de la pequeña hija del emperador Francisco José, hecho que había distanciado a la archiduquesa Sofía y a su nuera la emperatriz Elisabeth; Sofía acusaba a Eisabeth de ser descuidada y no cumplir con sus deberes de emperatriz, esposa y madre. Francisco José ordenó la suspensión del luto para recibir a su hermano y a su joven esposa y le dio la bienvenida a Carlota a la familia con exquisita cortesía y tratando a Maximiliano con mucho afecto, pero sin dejarlo de hacerlos sentir que quería que salieran rumbo a Italia a retomar su cargo al día siguiente. La recepción que dio Elisabeth a la esposa de su cuñado fue más bien fría. El hecho de que Sofía alabara las cualidades de Carlota, haciendo hincapié en que era hija y nieta de reyes, mientras que Elisabeth porvenía de una rama ducal menor de Baviera, habían despertado la antipatía de la emperatriz por la joven esposa de su cuñado. Además Maximiliano, mientras estuvo soltero, había sido para ella un excelente compañero, que compartía sus gustos por los animales y la naturaleza. La camaradería que había mantenido cambiaría por completo ahora que se había casado con esta princesa belga tan aburrida como inteligente.

Maximiliano desde 1856 estaba construyendo un palacio, que se llamaría Miramar, sobre una roca a una legua de Trieste. En 1859 ansiaba que se terminara el palacio para poder fijar ahí su residencia con Carlota, lejos de Viena y a orillas de su amado mar. Carlota escribió a su gobernanta: "Ahora que tiene tan poco que hacer, el Archiduque pasa la mayor parte de su tiempo en dar los últimos toques a lo que es su propia creación. Tanto la casa como los jardines son de una belleza extraordinaria y la situación es única. Por mi parte me dedico a pintar bastante y a corregir el diario que llevé en nuestros recientes viajes. Tenemos la intención de realizar algunos viajes en yate por la costa istriana, pues tenemos que aprovechar a lo más nuestro actual tiempo libre pues quien sabe lo que nos depare el futuro".

Carlota seguía profundamente enamorada de Maximiliano; estaba siempre puesta a compartir sus entusiasmos y sus gustos y ansiosa por complacerlo. Durante el otoño de 1859, mientras navegaban por la costa dálmata, Maximiliano y Carlota descubrieron un monasterio abandonado y en ruinas en la hermosa isla de Lacroma, justo en el punto donde Ricardo Corazón de León había naufragado durante una de sus Cruzadas. Maximiliano se entusiasmo tanto con la idea de poseer la isla y restaurar el monasterio, haciendo de él una hermosa casa de veraneo; sólo estaba el inconveniente de las deudas adquiridas por la construcción de Miramar, muchas de las cuales había accedido a pagar su padrino el ex-emperador Fernando, y no estaba en condiciones de adquirir nuevas deudas. Carlota, como siempre ansiosa por complacerlo, compró ella misma la isla con su propia dot

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Sin embargo Maximiliano ya no estaba tan enamorado de Carlota, o quizás nunca lo había estado. Admiraba su inteligencia y muchas veces seguía sus consejos, pero no le atraía como mujer. Antes de terminar el año de 1859 el palacio de Miramar estuvo terminado y la joven pareja se instaló ahí. Aquel invierno, Maximiliano, huyendo del frío, viajó a la isla de Madeira en donde pasó unos días en compañía de su cuñada le emperatriz Elisabeth, dejando a Carlota sola en Miramar. Fue el primer desengaño que sufrió la Archiduquesa en su matrimonio. Maximiliano continuó su viaje hacia a América del Sur y Carlota pasó todo el invierno sola en Miramar.

Maximiliano regresó a Miramar para reunirse con Carlota en la primavera de 1860. Por esta época Carlota escribió a la Condesa d'Hulst: "Llevamos ahora una vida muy pacífica, tratando de hacer que la gente nos olvide...Miramar será nuestra residencia en la ciudad y Lacroma nuestra casa de verano, aunque nuestra modesta vida se acomoda muy bien a un patrón muy sencillo. El esplendor del pasado quedó atrás y disfrutamos resignadamente lo que el presente nos ofrece. La Providencia nos ha dado demasiado, y a pesar de que muchos de sus regalos se han ido ahora, aún tenemos suficiente para ser felices, aun si es de una manera diferente" Tres semanas después volvió a escribir: "Aunque la vida que llevamos actualmente no es lo que yo había imaginado, os puedo asegurar que hay veces que doy gracias a Dios por ella, puesto que estando la situación como en el presente, es mejor vivir fuera del mundo, puesto que cuando uno posee menos, menos tiene uno que perder. No sé lo que pasará en el futuro, pero la situación debe retornar a la normalidad y llegaré entonces el día, y no estoy siendo movida sólo por la ambición, cuando el Archiduque juegue otra vez un papel importante en los asuntos mundiales, ya que él nació para gobernar, y posee además todas las cualidades para hacer feliz a la gente. me parece imposible que todas estas cualidades se desperdicien, después de estar brillantemente ocupado por menos de tres años."

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En ese tenor transcurria la vida de estos Principes, cuando el destino se presento ante ellos en la forma de la ansiada Corona.. la Corona de México, un país tan lejano como desconocido para ellos, pero antes les dare una exposicion de las circunstancias que existian en los paises actores de esta Tragedia que los marcaria, a uno le costaria la vida al otro lo sumiria por siempre en las sombras de la demencia y el olvido..

Una de las causas de la intervención francesa en México fue la suspensión del pago de la deuda externa de México. Las potencias acreedoras, España e Inglaterra además de Francia, apoyadas por los acreedores internos del gobierno mexicano, decidieron ocupar el territorio nacional, aunque las dos primeras finalmente desistieron del propósito.

Los conservadores mexicanos apostaron a que con un monarca extranjero recuperarían su influencia y el clero sus bienes confiscados, pronóstico que resultó equivocado, pues el emperador Maximiliano conservó vigentes las Leyes de Reforma.

Maximiliano y Carlota visitaron Viena teniendo una fría recepción por parte del Emperador y la Emperatriz. Las relaciones entre los dos hermanos estaban demasiado tensas desde el asunto de Lombardía y Venecia. Un año después recibieron la visita de Francisco José y Elisabeth en Trieste, durante la cual Carlota sufrió varias humillaciones por parte de la Emperatriz. Cuando los dos hermanos salían algún acto público, Elisabeth se encerraba en su habitación dejando sola a Carlota. El mayor insulto fue cuando el gran perro ovejero que la Emperatriz había traído de Madeira atacó y mató al pequeño terrier que la reina Victoria había regalado a Carlota, cuya pena no le importó en lo más mínimo a Elisabeth, quien incluso comentó su desagrado por los perros pequeños. La archiduquesa sufría además ataques de celos por la atención que Maximiliano le prestaba a su cuñada, llegando la situación al clímax cuando Elisabeth sufrió un nuevo ataque de depresión y Francisco José le pidió a su hermano que la acompañara a la isla de Corfu y la dejara cómodamente instalada para su recuperación. Además de los celos y de sentirse completamente ignorada, Carlota se indignaba al ver que Maximiliano era tratado simplemente como un caballero de compañía que era llamado únicamente para atender a su neurótica cuñada.

Así era la situación en Miramar cuando Maximiliano y Carlota oyeron hablar por primera vez del trono de México.

En el año 1856, Maximiliano fue enviado en nombre de Austria a París para tratar con Napoleón III, sobre las relaciones de las dos naciones. La impresión que se llevase Maximiliano sobre la corte francesa no pudo ser peor: en varias ocasiones escribe a su hermano comunicándole el mal gusto que le habían causado Napoleón y su esposa Eugenia de Montijo.

No se dan muchos detalles en cuanto este «choque», pero había algo en ellos (ésta pareja, Napoleón III y Eugenia), que a Maximiliano no le gustaba. Dicho sea de paso, Napoleón III era hijo de Luis Bonaparte, rey de Holanda, y de Hortencia de Beauharnais, hermana de Josefina, la primera esposa de Napoleón Bonaparte

Cuando los monárquicos mexicanos le ofrecieron a Maximiliano el trono de México, Carlota le dio una inmediata bienvenida al proyecto. Era la oportunidad que esperaba para escapar de la tediosa vida en Miramar y para que ella y Maximiliano ocuparan el lugar que creían merecer. Ambos dedicaron gran parte de su tiempo a leer y estudiar todo sobre México, país que estaba dividido por la guerra civil y las ideas religiosas. Pidieron consejo al rey Leopoldo sobre la respuesta que debía de dar a los mexicanos y él les contestó que todo giraba en torno a lo que el propio país pidiera. El duque de Brabante escribió a su hermana que México era un magnífico país en el cual había mucho que hacer.

La empresa estaba auspiciada por el Emperador de los franceses, Napoleón III, y por su esposa Eugenia de Montijo, ferviente partidaria de establecer una monarquía en México, quienes estaban dispuestos a mandar un gran ejército para apoyar al Imperio mexicano.

La corona es ofrecida a Maximiliano, quien la acepta el 10 de abril de 1864. Corría el año 1861. Francisco José no le había dado más coronas; en cambio, Napoleón III, le ofrecía todo un imperio.

En esta carta a su abuela, Carlota expresa por completo su manera de sentir acerca de su situación y de la perspectiva que se les abría a ella y a Maximiliano al aceptar el trono mexicano Ambos viajaron a París en marzo de 1864 en donde se entrevistaron con Napoleón y Maximiliano firmó los convenios provisionales, aceptando el trono, mismos que debían ratificarse más tarde en Miramar después de aceptar oficialmente la corona.

Posteriormente, los archiduques viajaron a Inglaterra en donde visitaron a la reina Victoria y a la abuela de Carlota. La anciana reina les suplicó que se olvidaran de la aventura mexicana y como si estuvieran frente a una visión exclamó: “¡los asesinarán!”. Aunque la entrevista con la reina María Amalia los dejó consternados, Maximiliano y Carlota no hicieron caso de la premonición de la anciana. Carlota era por completo partidaria de aceptar la corona, le seducía el brillo de un imperio y la ambición de poder. Influía enormemente en Maximiliano, para quien el apoyo de su esposa era imprescindible.

Los archiduques dejaron Inglaterra y se dirigieron a Viena en donde Francisco José pidió a Maximiliano que renunciara a sus derechos al trono de Austria a cambio de recibir apoyo del emperador para la aventura mexicana. Maximiliano, indignado, se negó a aceptar. Carlota habló con su cuñado tratando de convencerlo de que desistiera de su idea, pero lo único que logró fue que se les concediera una pensión de ciento cincuenta mil florines en caso de que volvieran de México. El rey Leopoldo escribió a su hija aconsejándole que no permitiera que su esposo perdiera sus prerrogativas hereditarias. Carlota trató de que la archiduquesa Sofía le ayudara en su causa. La archiduquesa, a pesar de no estar de acuerdo en que Maximiliano fuese a México, intercedió en su favor ante su hijo mayor, sin tampoco lograr nada.

Carlota volvió decepcionada a Miramar. Convenció a su esposo de que lo mejor era firmar la renuncia a sus derechos al trono austriaco. El 9 de abril de 1864 Maximiliano firmó la renuncia y al día siguiente aceptó formalmente el trono de México.

En todas sus cartas se tratan con intimidad y cariño conyugal, comenzaban con frases como: "Queridísimo ángel" (Lieber, bester Engel) o "Mi tesoro entrañablemente amado (Innig geliebter Schatz), repetidas veces manifiesta Maximiliano su nostalgia y melancolía cuando está lejos de Carlota, como en esta carta: "He estado viajando desde 20 días en el Brasil, y a no ser por la nostalgia que tengo por ti, mi vida, y mi único consuelo verdadero, estaría completamente feliz". O cuando Carlota va de gira a Yucatán, su esposo le escribió así: "Después de nuestra dolorosa separación en San Isidro, pasé el día desconsolado y triste. Todo me parecía tan desierto y huero [vano, vacío]. Vagaba por el palacio como un abandonado...Adiós, pues, mi ángel y mi vida, cuida bien tu salud, y vuélvete pronto, porque desde que te has ido, me siento desconsolado y perdido".

la inexistente vida marital de esta pareja, esto ultimo, fue muy mencionado cuando vivieron en México, ya que Maximiliano rehusaba dormir en la misma recamara que su mujer, y toda la corte se daba cuenta, lo que tenia sumamente intrigados a los Mexicanos, parece ser que Max, efectivamente habia contraido sifilis, se supone que fue en su viaje al Brasil, aunque esto fue ya casado con Carlota, Sin embargo desde su matrimonio con Carlota, habia ya habladurias sobre su orientacion sexual, incluso, el oscuro personaje del Conde Bombelles. hijo del antiguo preceptor de los archiduques, amigo de la infancia de Max, e inseparable , tenia un resentimiento muy profundo hacia Carlota, que lo empujo a la aventura Mexicana. odio que haria patente cuando la desdichada perdio la razon y estuvo bajo su vigilancia en Miramar.

Lo que comentas de la consumacion del matrimonio, es verdad, hay algunos testimonios de los hermanos de Carlota, en los que comentan, que al dia siguiente de la noche de bodas Max comento que Carlota se habia portado muy razonable, y a ella se le escucho el comentario de: Me encuentro muy sorprendida, lo cierto es que años despues, en una carta escribiria "me voy de este mundo tal como naci". Tambien esta el asunto del supuesto adulterio y un embarazo como consecuencia en fin mas adelante lo abordare con mas detalle-

Antes de su visita a Inglaterra , la pareja visito Paris, donde los patrocimadores de la expedicion a Mexico Luis Napoleon y su esposa Eugenia, los recibieron con todos los honores imperiales , Luis y Eugenia estaban de un humor esplendido,les ofrecieron un gran banquete ,y el chef les presento una enorme aguila mexicana hecha en azucar, les ofrecieron cenas, bailes, Misas, Conciertos, les obsequiaron regalos, Carlota paseo por Paris con Eugenia, visitaron varios templos donde rezaron la gente al verlas pasar le gritaban a Carota;¡Buena suerte Señora Archiduquesa¡ Pero en esas mismas calles de Paris, las malas lenguas habia empezado a decir que Maximiliano no era un Archiduque, sino un Archidupe: Archicandido. Horas antes de partir Maximiliano y Luis Napoleon firmaron la llamada convencion de Miramar.

Maximiliano, durante toda la travesia, de Miramar a México, olvidó el dolor, que le produjo abandonar su castillo blanco a orillas del adriático.su dorada cuna austriaca y sus padres y sus hermanos,y se dedicó, no sólo a soñar con un Ceremonial de la Corte, sino también a dictarlo y escribirlo de su puño y letra. Un Ceremonial que,impreso algunos meses mas tarde en México, pasaba de las quinientas páginas,de lo detallado que era,el hecho de la entrega de la birreta a un cardenal,contuviera ciento treinta y dos cláusulas, sirve de ejemplo. una de las pocas veces que Maximiliano interrumpio esa tarea ,fue para redactar, con la ayuda de su esposa,un documento que dio pie a un escándalo más: una protesta contra el Pacto de Familia, que despojo a Maximiliano de todos sus derechos.. En el documento, calificaban el Pacto de "Tentativa de usurpacion", y juraban,Max y Carlota, que no lo habian leido nunca.
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Pero sucedio que nadie sabia, en Veracruz (el puerto de entrada a México) la fecha exacta de la llegada de Maximiliano y Carlota,El Gral Almonte (conservador que apoyaba al imperio y encargado de recibirlos ) temeroso del contagio por Fiebre Amarilla, epidemia que asolaba el puerto, se encontraba en Córdoba ciudad cercana, asi que Maximiliano, se nego a desembarcar, y ordeno que la "Novara anclara lejos de las naves francesas que despues de todo representaban a la fuerza invasora, poco despues arribo a la "Novara" de pésimo humor el contraalmirante Bosse para protestar contra esta decisión y Carlota le dijo firme que no estaba dispuesta a tolerar los malos modos del francés.

Pero a Carlota nada la vencia, su optimismo en esta aventura eraa toda prueba , unos dias despues le escribiria a la Emperatriz Eugenia,que todos las ciudades que visito eran hermosas y que los indigenas eran suamente inteligentes y casi todos sabian leer y escribir. Por fin su entrada ala Cd de Mexico fue todo lo contrario a Veracruz, aqui si hubo adornos, arcos triunfales flores, farolillos venecianos en todos los balcones, los recibio un multitud que los ovacionó y entonó poemas en su honor, los esperaban todos los principes de la iglesia,tronaron los cañones en su honor y tocaron las campanas de Catedral, y resonaron por primera vez las notas del "Domine salvum fact imperatorem" una comitiva de doscientos carruajes con la crema y nata de la sociedad los recibio en la entrada de la ciudad y los siguieron en una solemne comitiva hasta el palacio Nacional.

Pero esa no fue la unica razón por la que no pegaron los ojos ,apenas Maximiliano y Carlota se disponian a dormir cuando sintieron una picazon por todo el cuerpo. Llamaron a la servidumbre, encendieron las luces, levantaron las mantas: el lecho imperial estaba lleno de chinches, docenas de ellas ya ahitas de sangre habsburga, Carlota paso la noche en un sillon sentada, y Maximiliano recorrio los salones del palacio hasta que encontro una mesa de billar con paño azul, se trepo en ella y asi paso su primera noche en la capital como Emperador,ç

Parte de sus problemas fue con el clero por el decreto con el cual el emperador Maximiliano reestablecio la libertad de cultos en México, y ademas confirmó "defacto" la nacionalización de los bienes de la iglesia, le comenzaron a llamar un "Juarismo sin JUarez" aludiendo al presidente que se encontraba refugiado en USA y negociaba el apoyo de este pais para echar a los franceses del territorio mexicano y reestablecer la Republica.

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Este Castillo (Actualmente Museo y sede de Eventos de la presidencia de la Republica) estara ligado por siempre a esta pareja imperial, cuando uno traspasa las puertas de este lugar, solo tienes en mente el paso de Carlota y Max por esas estancias

REINA CARLOTA DE MEJICO (11)Baño de Carlota en Chapultepec

REINA CARLOTA DE MEJICO (12)recamara de Carlota en Chapultepec

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REINA CARLOTA DE MEJICO (14)El carruaje que trajeron de Europa

Iturriaga, por su parte, menciona que: “Llegados a México, ella revela cómo su espíritu de predestinación o mesianismo tenía mucho de ocio o spleen: «la actividad nos sienta bien. Somos muy jóvenes para no hacer nada». No ocultaba sus ímpetus de mando: «si fuera necesario, iría a la cabeza de un ejército», comentaba Carlota. Como a Europa llegaban noticias acerca de quién llevaba la batuta en el imperio mexicano, Carlota creyó necesario explicarse ante su abuela y asegurarle que ella no gobernaba, agregando que «me toman como una especie de marimacho» que en la forma no lo era, pero de fondo un poco” El mismo autor comenta, que no sabe qué pudo pasar entre Carlota y Maximiliano, pues durante el primer año de gobierno, Carlota intervenía habitualmente en las reuniones del consejo de ministros y a partir del segundo año se constriñó a los asuntos de educación, asistencia social y beneficencia. Comenta que no sabe si la causa fue alguna disputa matrimonial con Maximiliano, o si se trata de la primera señal de su trastorno mental, el cual se había manifestado a finales de 1865 en su cambio de actitud y en el paulatino aislamiento hasta llegar a “una especie de autismo patológico”, que, según el doctor Agustín Caso Muñoz, podría ser el primer síntoma de una surgente esquizofrenia, cuyo desencadenador podría haber sido la muerte del querido padre Leopoldo I de Bélgica o “la revelación de los amores secretos de Maximiliano con la bella jardinera de Cuernavaca”

La condesa Kolonitz en sus memorias no oculta su admiración por Maximiliano: La sencilléz de sus modales y su amabilidad despertaban las más vicas simpatías. Les parecía imposible a los mexicanos que el emperador fuese afable con todos, que a todos graciosamente escuchase, que respondiese a este o aquel con la suave benevolnecia que le era propia. Pero, también se pregunta: ¿Triunfará en esta obra? La esperada victoria del sur de los Estados Unidos de América, que era necesaria para el buen éxito, no ha sido obtenida".

"El 10 de agosto Maximiliano emprende un viaje para conocer el país y en su ausencia, es Carlota quien preside el Consejo de Ministros. Durante los primeros días de septiembre, se celebraron las fiestas de la Independencia Mexicana. Se cantó un Te Deum, hubo banquete en la corte y representaciones en el teatro. Sin embargo, se respiraba en torno de toda aquella festividad y alegría, un aire de descontento y de desánimo".

"La noche del 2 de octubre un terremoto sacude la ciudad y los europeos pasan el susto de sus vidas: Parecía que en cualquier momento caería el techo de mi cuarto y que las paredes se precipitarían sobre el patio. Jamás podré olvidar aquella impresión aterradora, angustiosa, cuando parece que la tierra huye de nuestros pies y se pierde toda seguridad". Relata en su libro Kolonitz.

Maximiliano acostumbraba pasar varios días en su casa de descanso en Cuernavaca. Durante sus ausencias Carlota actuaba en México como regente, tomando toda clase de disposiciones, desde medidas sanitarias, educativas, de ganadería, agricultura y minería, hasta trazos de carretera. Se decía que cuando Maximiliano estaba en Cuernavaca, era cuando verdaderamente había un gobernante en México.

Había discrepancias entre los jefes del ejército francés en México. El general Bazaine, comandante supremo, que adulaba a Napoleón diciéndole que la situación militar en México era excelente, cosa que estaba muy lejos de la verdad, sugería retirar de México algunas tropas, mientras que Félix Douay, general del cuerpo expedicionario francés, se oponía a estas medidas, diciendo que era imposible controlar un páis mucho más grande que Francia con tan pocos hombres. Carlota apoyaba a Douay; sin embargo Bazaine logró que Napoleón mandara llamar a Douay a finales de 1864. La emperatriz vio con inquietud la retirada de Doauy ya que empezaba a darse cuenta de la crítica situación del país. No podía salir a cabalgar en su yegua Isabella, sin que previamente un pelotón de infantería francesa tuviera que despejar el camino, pues las calles y carreteras estaban llenas de guerrillas juaristas.

Mientras la situación en el imperio se agravaba, la vida marital de los emperadores permanecía rodeada de misterio. Hacía mucho tiempo que Maximiliano y Carlota no compartían el mismo lecho. Carlota se llevaba a su cama el libro de leyes recién promulgadas y Maximiliano no se aparecía en su habitación. Cuando salían juntos y les destinaban para alojarlos cómodos dormitorios con amplios lechos, Maximiliano no los utilizaba, sino que mandaba instalar una hamaca en algún lugar y ahí pasaba la noche.

El por qué del distanciamiento entre los jóvenes y supuestamente enamorados emperadores era un misterio, pero había rumores de que Maximiliano había contraído alguna enfermedad venérea durante su viaje a Europa y esto lo imposibilitó a seguir teniendo relaciones sexuales con su esposa. O quizá Carlota supo de alguna infidelidad de su esposo que su orgullo de mujer le impidió perdonar. Un sirviente austriaco de Maximiliano, Antonio Grill, observó que la joven pareja lleva una vida sexual normal hasta la visita a Viena en 1860; a partir de entonces todo había cambiado Se rumoraba también que Maximiliano era impotente o que quizá Carlota sentía aversión por las relaciones sexuales. Lo primero es improbable ya que Maximiliano tuvo varias aventuras en Cuernavaca, quizá buscando el amor que Carlota le negaba. Sea cual fuere la realidad, la pareja imperial no tenía heredero y Carlota lo anhelaba profundamente. Al no tenerlo, refugió su frustración sumiéndose en una actividad y un trabajo constante.
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Hace 82 años, el 19 de enero de 1927, Carlota, esposa del emperador Maximiliano de Habsburgo, murió en el Castillo de Bouchot (¿Bouchout?), edificado en el siglo XII, en las cercanías de Bruselas, Bélgica. Falleció a los 86 años, y con una locura lamentable durante los últimos 60 años. Había sido bautizada con los nombres de Carlota, Amalia, Agustina, Victoria, Clementina, Leopoldina y era la hija única del rey belga Leopoldo I. A los 17 años fue casada con Maximiliano de la Casa de Austria, hermano menor del emperador de Austria, Francisco José.

Carlota (así la llamaba su esposo) acompañó orgullosamente a Maximiliano, en 1864, cuando comenzó el Segundo Imperio Mexicano, con el apoyo francés de Napoleón III. Al año siguiente, 1865, la Guerra Civil norteamericana terminó con el triunfo yanqui sobre el Sur Confederado, cuyas tierras del Mississipi habían sido territorio de Francia hasta el tiempo de Napoleón I. En consecuencia, los sueños de gobierno de Carlota y Maximiliano se desvanecieron ante la presión monroísta de los Estados Unidos para que “América fuera exclusivamente para los norteamericanos”. Por lo tanto, el gobierno republicano de Benito Juárez fue apoyado abiertamente con las armas victoriosas de La Unión, que encabezó Abraham Lincoln hasta su muerte trágica (sábado 15 de abril de 1865).

Aquel horizonte geopolítico desventajoso para un poder europeo, aunado a otros factores, hizo que la emperatriz Carlota abandonara nuestro país el 9 de julio de 1866. De aquel tiempo quedó el tema musical de la canción “Adiós Mamá Carlota” (“La nave va en los mares, botando cual pelota: adiós mamá Carlota, adiós mi tierno amor…”). En Puebla, yendo hacia Veracruz, evidenció sus primeros síntomas de locura. En el viaje a París creció su enfermedad. Falló en sus intentos para recibir refuerzos para su esposo. No recibió el apoyo militar de Napoleón III para reforzar al ejército imperial en México. Desesperada, viajó a Roma para entrevistarse con S.S. Pío IX, en donde pasó una noche ( privilegio extraordinario para una mujer), temiendo por su vida, porque ella decía que Napoleón III la quería envenenar.

Las noticias de su paranoia llegaron ante su hermano, entonces Rey Leopoldo II de Bélgica, quien la llevó a Bruselas para ponerla bajo la atención de un doctor austriaco que dirigía un asilo para lunáticos. Hasta el momento se han presentado varias teorías sobre la causa de su locura: un posible sentimiento de culpa al dejar a Maximiliano solo y en desventaja; emociones intensas al saber del fusilamiento de su esposo en el Cerro de las Campanas, en Querétaro; el abandono militar y las promesas falsas de Napoleón III; la imposibilidad de un heredero al trono mexicano; y hasta la versión extraña de que Benito Juárez había hecho posible que le administraran pociones de drogas indígenas ( especie de “toloache”) durante su viaje a Europa…

Permanece hasta el momento un misterio final: a principios de 1867, seis meses después de haber viajado de México para Europa, un bebé nació en Bruselas… y por razones extrañas fue criado en la casa de Carlota. Los rumores crecieron a favor de la paternidad de uno de los oficiales de Maximiliano (¿el coronel Feliciano Rodríguez o el coronel Miguel López, comandante del regimiento de Dragones de la Emperatriz, quien defeccionó en el Sitio de Querétaro, en la madrugada del 15 de mayo de 1867?)… Cualquiera que sea la verdad de aquella genética, ese niño bienamado de Carlota y de uno de los oficiales del emperador creció como Máximo Weygand, el general francés que como comandante en jefe de las fuerzas armadas en Francia aconsejó al gobierno galo para capitular ante Alemania en 1940.

Por otra parte, dejamos para otra ocasión la probable paternidad de Maximiliano…Personas informadas en Jurica, Querétaro, dicen que fue el padre del general mexicano y jefe de la guarnición de San Juan de Ulúa en 1910-1911, Joaquín Maas…¿Más de lo mismo?

El tema del niño es bien contravertido. Maximiliano tenía sífilis y obviamente no tenía relaciones con Carlota. Tenía una amante y se dice que Carlota también (un comandante francés).
El tan comentado viaje a Europa para traer ayuda fue más bien para tener el hijo allá. Hay una versión de que la hicieron abortar en el viaje y de allí su locura.
La otra es que el niño nació y fue protegido por la Casa Real Belga.
¿Cuál es la verdad? Si nació, tuvo descendientes y quienes son?

Estoy de acuerdo en que las cartas entre los miembros de la realeza estaban llenas de cumplidos pero en este caso yo puse esta carta como un ejemplo de que antes de "morir" la emperatriz solo penso en Maximiliano y en esto todos los historiadores estan de acuerdo... ella estaba profundamente enamorada de su esposo por lo que si ella tuvo un hijo no tengo ninguna duda de que se padre es Maximiliano.
En cuanto al general frances que se dice fue hijo de Carlota desde mi punto de vista era hijo de su hermano el rey Leopoldo II

REINA CARLOTA DE MEJICO (15)

El segundo Imperio.
Esta pintura esta idealizada por Maximiliano. el escogió el grupo indigena que apareció, pidio al pintor que se cambiaran los uniformes por ropas de civil para que pareciera que había paz en su imperio, las pinturas de sus protectores, la pareja imperial de Francia tras de él.

REINA CARLOTA DE MEJICO (16)

En la biografía ("novela histórica") de Miguel de Grecia sobre la emperatriz Carlota, éste relata que durante sus primeros años de enfermedad y cautiverio, la viuda de Maximiliano tenía fantasías sadomasoquitas con Charles Loysel. Dichas cartas fueron escritas por Carlota, aunque jamás llegaron a su destinatario.

En la biografía muestra el perfil de una mujer de alto contenido erótico, pero con una educación sexual represiva y un matrimonio fracasado a todos los niveles amatorios. No sé hasta que punto las filias y parafilias de la pobre emperatriz fueron ciertas. No lo digo para escandalizar o demonizarla, nada más lejos de mi intención. Sabemos que, como todo, es parte de la condición humana.

"La emperatriz del adiós" (L'impératrice des adieux)

REINA CARLOTA DE MEJICO (2024)
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